sábado, 14 de septiembre de 2024

Tiempo personal

 Hola, hace mucho que no les escribo ¿no? me encantaría escribir "hace mucho que no hablamos" pero la realidad es que acá es más un monólogo que una conversación y con los de siempre hablamos seguido. No por hacer sentir menos a nadie con quien no hable con la misma frecuencia que mi círculo más pequeño pero la vida es así, los que están mas cerca de la cocina reciben primero la comida.
Estuve reflexionando un montón sobre absolutamente todo pero primordialmente sobre mi vida y la manera en la cual he pensado y repensado las cosas hasta el punto del hartazgo y por que caminos me fueron llevando esas ideas.
Creo que la idea que siempre me generó más miedo es la soledad y como resultado de una persona que fue "abandonada" por su progenitor ese miedo se vio reforzado mi vida entera. La forma en la cual encaré las amistades y todos mis vínculos básicamente gritando "NO ME DEJEN", poner siempre primero a los demás, convencerme de que nada me gusta, me apasiona o me genera el suficiente impulso para actuar o vivir por mi mismo, por ende mi vida es para el resto. Tanto tiempo atrás de lo que otros quieren o necesitan, tanto tiempo justificando sus acciones, sus reacciones, poniéndome siempre en tela de juicio a mi, el inútil, el roto, el inservible y tratando a los demás como si fueran perfectos y supieran todos esos pequeños secretos vitales que a mi se me escapan entre los dedos como azúcar en el agua.
Más de quince años en terapia, tres psicólogos distintos, desde los diez hasta los treinta y tres con largos períodos de ¿paz? o simplemente no querer hablar de ciertas cosas. Pero en el último tiempo hablar es todo lo que hice, vomité absolutamente todo lo que tenía que vomitar al punto que me vacié por completo y por primera vez en décadas supe con certeza lo que quiero, lo que espero, lo que anhelo, lo que sueño y lo que no quiero. Por primera vez en una sesión de terapia le dije a mi psicólogo todo lo que pensaba y le comuniqué mi decisión de dejar terapia porque es tiempo de dejar de hablar y empezar a hacer. Es tiempo de abrazar la soledad en términos sanos, no dejar de rodearse de personas o aislarse, sino afrontar la vida como un individuo con sus propios recursos, hacerse cargo de sus propias posibilidades y confrontar las consecuencias de sus actos, positivas y negativas, todo está en la mesa y citando a Jack Sparrow: "...Las únicas reglas que realmente importan son estas, lo que un hombre puede hacer y lo que un hombre no puede hacer...."
Después de decirle a mi psicólogo que quería cambiar de trabajo porque estaba trabajando un montón de horas por una miseria, después de dejar terapia, me encontré a mi mismo frente a mi jefe, exigiéndome un montón de cosas que no me corresponden, de muy mala manera y ante mi frustración y un pedido humano de que me habilitara las herramientas para poder hacer lo que me pidió de una forma en la cual no me sobrecargue por completo con total frialdad me respondió: "Si no te gusta el laburo andate" y ante mi primer impulso de tirarle las llaves por la cabeza e irme, ante mi segundo impulso de romperle la nariz de una trompada, y ante mi tercer impulso de largarme a llorar, planté los dos pies en su lugar y le pregunté "¿Te parece una respuesta? ¿posta?" lo que fue respondido de manera infantil, excusándose y lavándose responsabilidades como si yo no tuviera opciones, fuera un esclavo feliz o triste daba igual, era un esclavo, su esclavo.
Cinco minutos después de que se fuera levanté el teléfono y me contacté con todo ser humano que alguna vez me haya mostrado aprecio pidiendo opciones, no me importaba lavar pisos con tal de que fuera por más plata y mejores condiciones. Afortunadamente la vida no carece de un sentido de ironía y la opción que se me presentó fue la definición literal del lugar indicado en el momento indicado. Tuve que quemar un favor que no tenía ninguna intención de quemar pero cuando no tenés nada más que hacer arder a veces la única opción es prenderte fuego. Después de unas semanas llenas de expectativa, ansiedad, miedo ante la posibilidad del fracaso y un montón de pazos día a día cual juegos del hambre, la nieve cae en la cima y aterricé en un trabajo por cuatro horas menos y el doble de sueldo.
Ese mismo día mandé el telegrama de renuncia y me dí el lujo de llamar a mi jefe y decirle que renunciaba, siendo el motivo las palabras miserables que me dijera con total frialdad, sin decirle que ya firmé contrato, para que sienta un poco el peso de su actitud, le dije que entre el hambre y su trato prefería el hambre. Quizás nunca aprenda la lección pero tengo la tranquilidad de que hay un ser humano sobre la tierra que sabe que entre la esclavitud servicial o enfrentar lo desconocido, mis cadenas salen caras, valgo lo suficiente para que tenerme sea un lujo y no una ganga.
Once días en el nuevo trabajo y todos mis compañeros están contentos de tener alguien con ganas de trabajar, que aprendió el laburo a una velocidad impresionante y que ya resuelve de manera autónoma un montón de cosas y está siempre dispuesto a dar una mano con lo que sea. Y lo hago feliz, porque si sigo siendo un esclavo que cambió de dueño sé de donde vine y sé a donde no quiero volver. Pasé de ir al baño en un cubículo de dos por dos sin botón y sin tapa en el inodoro a un baño de porcelana y mármol del mismo tamaño que el comedor de mi casa. Y como si fuera que la fortuna me sonríe, todos los días cuando ingreso hay un mosaico de Eva Perón y otro de Juan Domingo Perón al lado, sonriéndome cada vez que cruzo la puerta como si me dieran la bienvenida a casa, porque el peronismo siempre te recibe de brazos abiertos.
Respecto del peronismo en sí, la militancia siempre es una cuestión de tiempo y cuesta horrores cuando uno tiene una agenda complicada por ende he tenido que meter el freno más de lo que me gustaría por esa parte y por la otra parte porque no importa de que organización formes parte la política es siempre lo mismo. Unos pocos que gozan de privilegios construidos bajo el esfuerzo de un montón de gente que hace las cosas por voluntad, no se confundan, el camino de la persona más honrada en política está pavimentado por el tiempo libre, el esfuerzo, la voluntad, el sudor y las lágrimas de un montón de nadies que están felices con colaborar un ratito para que las cosas salgan bien.
Lamentablemente la dinámica del tipo que llega tres horas después de que se hizo todo y da un discurso en el cierre repleto de florituras hablando de lo mucho que "nos" cuesta hacer las cosas, es agotadora. No hay oportunidad en la que no haya escuchado "si alguien se nos cae le mandamos un mensaje, lo vamos a buscar, lo traemos a upa porque acá no se cae nadie". Para después estar tapado de agua hasta el cuello en problemas personales, desaparecer por meses y que los únicos que manden un mensaje preguntando como estás sean las mismas amistades de siempre que nada tienen que ver con la política. Te sacan las ganas, porque es donde fallan todas las organizaciones, en cuidar a las bases, en que no se quemen como un fusible fácilmente reemplazable por otro, en que no se sientan como un engranaje insignificante en una máquina infernal de la que solo forman parte cuando importa. Pero después te reclaman que no fuiste a una marcha donde parece que a los "importantes" se les caen los anillos por sostener una bandera. Ellos solo están para la foto.
Y volviendo al tema principal, mi tiempo vale más para mí de lo que podes costearte, no quiero plata, pero ya no tengo veinte años y de las convicciones no se vive cuando estás convencido de ser honesto. Es tiempo para centrarme en terminar mis estudios, es tiempo para construir carrera en un lugar donde puedo crecer, es tiempo para plantearme definitivamente la independencia económica y habitacional, es tiempo para intentar cumplir algunos sueños y viajar y conocer y ver aquello que me mueve el piso, que me entusiasma, que me apasiona. No es tiempo para mirar para arriba a un montón de egos que dicen ser dios y preguntarles que hacer. Es tiempo para creer en mi mismo y para planificar lo que se viene, para tener un paraguas que poder abrir cuando se caiga el cielo, porque si hay una certeza en la vida, es que en algún momento se cae.
A los que leen les digo, yo siempre pensé que había un momento donde el tren pasaba y ya era tarde, hoy me doy cuenta que el tren pasa todos los días. Lo único que cambia es la estación en la que te podes bajar si no lo tomaste a tiempo. Quizás no llegues a la terminal como esperabas, pero cualquier cosa que vale la pena hacerse, vale la pena hacerse a medias, es mejor lavarte los dientes diez segundos que no lavártelos, es mejor comer medio sándwich que no comer y es mejor arrancar el viaje aunque te quedes a mitad de camino que no viajar.
Por otro lado, como una persona que en algún momento pensó de manera infantil "Yo no pedí nacer", si bien es real y a veces duele, se puede culpar a los padres la vida entera por haberlos traído a un mundo que no resultó ser lo que uno esperaba pero también es cierto que si a cierta altura de la vida, no encontraste nada que te mueva, la responsabilidad también es tuya. Así como existe la famosa frase "Mi madre me dió la vida y X (Racing club, Diego Armando Maradona, etc) me dio las ganas de vivirla" toda frase popular tiene cierta sabiduría y esa habla de que aunque no hayas pedido nacer, hay cosas en la vida por las que da ganas estar vivo. Hay sueños que encontrar y motivaciones que actúan de motor. Vivo para escuchar la música que me gusta y encontrar artistas nuevos que me gusten, lo mismo con la comida, lo mismo con la gente, lo mismo con todo. Vivo para ver boxeo y encontrar nuevas promesas interesantes que me muestren magia arriba del cuadrilátero y sueño con juntar la plata para viajar a verlos. Hoy me dedico a soñar, pero sé que para cumplir los sueños hay que despertarse y para tener el mundo a los pies hay que pararse. Hoy intento.
Y cuando la vida me diga basta, hasta ahí será, no antes. Y cuando llegue sabré que hice, a mi tiempo, lo que pude, con lo que soy. Pero quiero estar orgulloso de lo que fui, por mí.

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