jueves, 8 de marzo de 2018

Cloe se ríe

Cloe se ríe mientras me acerca la bocina de un teléfono verde chillón al oído, la tomo entre mis dedos y pretendo muy seriamente estar atento al otro lado.
"Es Mickey?" pregunto, buscando la complicidad infantíl en su mirada que asiente, inmediatamente me incorporo con seriedad, no todos los días uno habla con celebridades.
Tengo una amistosa charla con el simpático ratón hasta que Cloe aleja el teléfono de mi oído intentando escuchar y se ríe nuevamente cuando le hago cosquillas por chusma.
Cloe juega hasta el cansancio haciendo intervalos ocasionales para mirar la televisión de fondo que proyecta repeticiones de series infantiles, por momentos se abstrae tanto que aparta mis manos sin mirarme mientras apreto sus cachetes con el fin de perturbar su concentración.
A veces es difícil distinguir quien de los dos es más aniñado, olvido con frecuencia que a su edad la línea entre lo real y lo ficticio no es tan comprensible y entre juegos y discusiones de mentira se angustia y llora o se enoja y grita. Amablemente mi hermana me recuerda esa delgada línea que me avergüenzo de haberla hecho cruzar, pienso en la inocencia de los niños y  por un instante me pregunto cuántos carecen de un entorno que los ayude a discernir, cuanto dolor se habría ahorrado el mundo si nadie abusara de ese regalo divino.
En la cena Cloe come con énfasis reponiendo toda la energía que francamente parece no agotarse nunca hasta que lo hace y en estos momentos, entre bocado y bocado, sus ojos empiezan a ceder con algún que otro cabeceo ocasional que pretende negar incorporándose inmediatamente y riendose al ritmo que contesta que no está cansada. Los niños nunca admiten el cansancio, no como los adultos que eternamente hablan de sus merecidos descansos, no. Los niños niegan el cansanscio porque hay miles de aventuras nuevas que los esperan y tanto por descubrir que no pueden permitirse el lujo de una siesta y su frustración los hace romper en llanto, como ahora mismo que entre llágrimas y bostezos Cloe cae rendida en los hombros de su padre y me saluda con una mano pesada mientras suben la escalera hacia su dormitorio.
Pienso en Cloe con su cara apasible, su estómago lleno, sus pies calentitos, arropada en una cama mullida rodeada del amor de su familia y me pregunto si su vida siempre será así.
Ojalá, deseo que su suerte permanezca intacta y encuentre amor a donde vaya, con quien vaya y siga dando todo ese amor que parece demasiado para entrar en esa ternura de persona. Me pregunto si alguna vez fuí igual, quedan lejos los recuerdos de la infancia y hace tiempo no pregunto sobre mi pasado a nadie que pueda responderme.
No escapa a mi conocimiento la cruda realidad, no puedo evitar pensar en todos esos niños que no están durmiendo cómodamente, que no están siendo amados, que no llegarán siquiera a su adolescencia y mientras lavo mi cara evito mirarme en el espejo a cuyo reflejo no puedo contestarle una simple pregunta que ya es tarde para pretender ignorar ¿Qué estás haciendo vos para que todos esos niños tengan un futuro mejor? Siento el peso de mi existencia por primera vez en años y soy consciente de que todas mis acciones tienen consecuencias, incluso aquellas que no cometo.
Hoy hice reir a Cloe, hoy la amé como cada día desde su nacimiento, hoy su vida es un poco más alegre, o al menos eso pienso, es mi consuelo, es un principio.
Hoy Cloe rió y ahora, Cloe duerme.

miércoles, 7 de marzo de 2018

Poemas al viento

Perdí la cuenta de las noches que dormimos juntos
Del calor de tu cuerpo contra el mío
El ritual, el encuentro, el abrazo, las charlas, caer rendidos
Perdí la cuenta de las noches que duermo solo
Abrazando las almohadas frías que no devuelven nada
Sigo evitando los movimientos bruscos para no despertarte
y me levanto despacio recordando que ya no estás
Le doy un beso a las mascotas para no perder la costumbre
pero mis labios no se olvidan de los tuyos
Sos como una comezón que no me puedo rascar nunca
Perdió el sentido hablar de culpas, motivos y razones
La realidad te devuelve siempre a lo que está y lo que no
Y tu ausencia se hace tan presente como siempre
Es gracioso extrañarte cuando no estoy seguro de haberte conocido
Al menos no todas esas partes que terminaron por separarnos
Todas esas que en cada reencuentro nos distanciaron más
Me recordé una y otra vez no intentar justificarte
Al menos no si vos no lo hacías y jamás lo hiciste
Siempre fue claro que yo quería más de lo que había
Siempre fue claro que te hacía bien tenerme
Pero no nos queríamos de la misma forma
Nunca lo hicimos y nunca lo haremos
Todavía hoy lo que extrañás de mí no es lo que extraño de vos
Dejé de idealizarte, extraño más las costumbres que tu ser
Extraño más el sentimiento que despertaba que a su dueña
Pero no te vas y yo tampoco aunque no estemos
Se volvió un hábito permanecer cerca en la distancia
Como vecinos recelosos que se miran por la ventana
Esperando a que salga alguno para pasar casualmente y saludar
Y mientras más pendientes estamos más descuidamos la casa
Ya no sé cuantas veces escuché el timbre y como no eras vos no bajé
Ya no sé cuantas veces vi gente en tu umbral ir y venir sin respuesta
Me pregunto si alguno de los dos esta dispuesto a mudarse
Nos seguimos tirando la pelota sin palabras "Andate vos"
Y en cuanto vemos una caja salimos corriendo a inventar excusas
Es gracioso cuando escribo que parezca tan inocente y dolido
Si vos sos un monstruo no se que queda de mí entonces
Nos volvimos una suerte de retrato de Dorian Grey mutuo
Si nos contemplamos el uno al otro nos destruye
Pero de reojo estamos bien, duele menos recordar quienes somos
Pero las noches pasan y los sueños mueren
Sigo sin estar seguro por completo
Algún día me gustaría no verte más
Por ahora, cada tanto, cierro los ojos y estás ahí
Y camino ciego un rato para no perderte de nuevo
Pero cómo no ceder si cada ocasión que te pierdo me encuentro más a mi
Todo lo que me inspira me agrada
No tenerte, por momentos, me agrada.
Te (no) extraño.





Misael