viernes, 26 de mayo de 2017

Transición



Hay momentos en la vida de una persona en los que todo lo que parecía seguro se derrumba ante sus ojos, aquellos santuarios que prometían albergar la paz hasta el final de los tiempos se convierten en la mayor fuente de desesperación cuando uno contempla su caída. Y es la nada misma lo que queda, olvidando que desde ahí es donde uno comenzó el viaje y las promesas de un futuro nuevo y mejorado sentando nuevas bases sobre las ruinas de lo que nunca funcionó como correspondía son un eco que se queda sordo ante la abrumadora realidad del fracaso.
Mi madre suele decir que aquellos con ansias de progresar, los que no se conforman con la vida como es y buscan nuevos significados constantemente, están destinados a sufrir el stress de la ansiedad, ese dolor que provoca proyectar a futuro y seguir en el presente donde cada paso te acerca pero todavía no estás ahí. En ocasiones no estoy seguro de quien soy, no termino de comprender exactamente lo que quiero o mi claridad se limita a pequeños aspectos de mi vida que no terminan de cerrar un panorama completo.
Hace tres meses inicié una relación que me puso el mundo patas para arriba, en el buen sentido, no tengo palabras para describir el afecto que siento por su persona y las ganas de proyectar a futuro, es la única que me hace feliz con su mera presencia y es el motor de mis ganas de cambiar todo aquello de lo que no estoy conforme. Y quizás sea eso en gran parte, su llegada desencadenó el terremoto que me puso en evidencia frente a mi mismo, darme cuenta de todo aquello que me pasó en la vida por la familia nefasta que me ha rodeado pero finalmente la noción de que todo aquello que no estoy haciendo en la actualidad es responsabilidad mía y de nadie más. Si bien ella como tantos otros me han remarcado que a los 25 años soy joven y tengo todo por delante, no puedo evitar castigarme por las decisiones erróneas que he tomado y mientras me planteo como avanzar, mientras mas proyecto a un futuro sano, digno, más me tortura la ansiedad de un presente que dista mucho de aquello a lo que aspiro. Cada día de un futuro gimnasio, de un futuro proyecto laboral personal, de un futuro viviendo en mi casa, es un recordatorio de un fumador que no ejercita, de un empleado en un trabajo que detesta, de un adulto viviendo con su madre y el ciclo de todo aquello que me inquieta y me obliga a proyectar un cambio, cuya idea me genera ansiedad y esa ansiedad se vuelve más problema que el problema real, es una enfermedad en si, que me carcome por adentro. A veces sufro en mi propio hogar porque pienso que ya no debería estar viviendo en él y se me vuelve ajeno a pesar de que mientras encuentre una alternativa va a seguir siendo el mismo hogar de siempre.
Todas estas neurosis tienen que terminar y la mejor forma es haciendo, no creo estar estancado para nada, creo simplemente que la velocidad de mis procesos mentales es mucho mayor a la velocidad en la que los cambios se dan realmente.
Estoy esperando al 2 de junio, al 14 de junio y al 23 de junio respectivamente para poder finalizar mis estudios y ver al médico clínico que me habilitará (o no) la posibilidad de comenzar actividad física y con cuanta frecuencia e intensidad en caso de que todo este bien. Finalizado eso, planeo dejar de fumar empiece o no el gimnasio y estamos pensando con un amigo comenzar un proyecto musical, una suerte de “manager” aunque no me gusta la palabra, la idea es impulsar su carrera ya que viene medio lento por motivos personales y por falta de lugares o imaginación para conseguir reconocimiento y confío plenamente en su potencial por ende quiero ayudar en lo que pueda y me siento capaz de conseguir muchas cosas, pero todo eso es planear a futuro y me refleja este presente inactivo, lo que me genera la ansiedad que me come. Por otro lado cuando siento que metí la pata me replanteo mis acciones y me siento en un estado permanente de cola de paja, mejor ejemplo hace unos días mi historia de vida me afectó haciéndome sentir poco querido por mi pareja, no porque realmente no me quiera sino porque quizás hay en mí una necesidad excesiva de poner las cosas en palabras cuando los actos son mas que suficientes y siendo que ambas vidas contienen una gran carga horaria laboral y una banda de amigos que nos reclaman constantemente, a veces vernos es complejo.
Siendo que veníamos de vernos casi todos los días, a pasar un par de días de no vernos justo después de mi pequeño “desliz” me pone inquieto como si fuera culpable de la distancia, otra pata floja mía, cuando estoy distante de alguien me pongo nervioso, como si todo se fuera a caer por su peso propio o si ya nada fuera igual, miedos que son humo y en el momento en el que entro en contacto nuevamente con dicha persona se me pasa todo y me doy cuenta que fui un gil en pensar esas cosas y todo está bien.
No niego que soy una persona con problemas, que me he enfrentado a mucho en poco tiempo y mi daño emocional juega un rol fuerte a la hora de querer hacer las cosas bien, trato de aprender día a día y mis intenciones son buenas, soy mi peor enemigo de eso no tengo la menor duda y constantemente quedo a merced de la paciencia y el aprecio ajeno para contemplar las pelotudeces que hago. Trato de hacer la menor cantidad posible y de explicar los motivos pero no puedo estar siempre pendiente de revisar mis actos para intentar comprender de donde vienen, a veces necesito dejar que las consecuencias fluyan y hacerme cargo de las mismas. Hay una frase de Jax Teller, en Sons Of Anarchy que reza:
”Los niños miran para adentro, se regodean en sus propias necesidades egoístas. Los hombres miran para afuera, toman acción sobre las necesidades de otros…” No quiero ser más un niño egoísta apuntando dedos y culpando a su historia por la forma en la que es o el hombre en que lo convirtieron. Quiero ser un hombre digno que pueda mirarse con el peso histórico de lo acontecido y hacerse cargo de quien es por las acciones que toma y no por las que han tomado con él. Necesito abandonar las palabras, es fácil hablar y proyectar, lo difícil es hacer. Creo sinceramente que he encontrado mi fuerza para hacer y gran parte se lo debo a la persona que tengo al lado y con la que planeo proyectar un futuro, quiero ser un hombre del que pueda estar orgulloso, no porque la necesite, no porque me necesite, sino porque nos queremos y nos elegimos día a día. Todo proceso es arduo y requiere mucho esfuerzo y trabajo duro, no creo que este sea de ninguna forma diferente, pero quizás esta vez, la necesidad de ponerlo en palabras no sea para generar una paja verbal que satisface mi neurosis, sino para efectivamente demostrarme que lo que me acontece es un momento de transición real.
Supongo que sentir como se descongestiona el pecho de esa angustia voraz mientras escribo estas líneas es muestra de haber dado en el clavo con lo que me pasa.
Nunca había tenido tantas ganas de emprender, de hacer, de cortar lo tóxico y arrancar con lo sano y la novedad de todo impactó en mí como jamás hubiera soñado, pero eso implica dejar una parte mía atrás. Toda despedida genera resistencia y mientras ese pasado se intenta aferrar a mi espalda pidiéndome que no lo olvide y que le sea fiel, mi presente plantea con una sonrisa de por medio, dejarlo atrás para siempre y moverse hacia tierras fértiles y firmes, donde uno pueda progresar.
No tengo miedo. Por primera vez en mi existencia no tengo miedo, por mucho que me aterre la idea de perder amigos, de perder a mi pareja, no tengo miedo porque si avanzo en la dirección que creo fervientemente, es la correcta, no dudo que van a estar ahí y voy a ser mejor para ellos, con ellos y podré aportar a sus vidas mucho más de lo que alguna vez soñé.
Toda esta angustia que sufrí en la semana, son vestigios de malos hábitos y costumbres, de necesitar tener problemas, de que todo sea un problema, de que mi mente sea mas fuerte que mis manos y mis pies. Que caminar y realizar sea siempre algo que haya que analizar y como el ciempiés de tanto cuestionarme me quedo quieto. Estoy seguro de mis afectos, estoy seguro de mi camino, estoy seguro de muchas cosas de las que no me quise convencer porque requieren un esfuerzo con el cual no estaba seguro de poder comprometerme.
Citando a Demian: “Quien quiera nacer debe primero destruir un mundo.” Este mundo de costumbres que se derrumba ante mis ojos, el inicio del texto, es necesario para sentar las bases de la próxima etapa. Y lo más importante es comprender, que mi mente puede ser brillante para iluminar mi camino tanto como brilloso su filo para cortarme las piernas y en ese balance es donde tengo que hacer hincapié.
Hace un tiempo, mi corazón no latía por nada y poco me importaba que hacer, después del nacimiento de mi sobrina eso cambió un montón, después de nuevas amistades se afianzó pero la idea de no poder aportar en sus vidas porque no avanzo yo, se volvió inconcebible en el momento en que apareció “EL” amor y lo pongo entre comillas porque hay muchos amores, pero este es el personal, el que considero, eventualmente es el más fuerte de todos.
Hacía mucho no escribía acá y no planeo volver a escribir con toda, originalmente no escribía porque estaba bien o no tenía mucho que comentar, en esta ocasión es un poco diferente, sinceramente creo que es algo bueno para exponer y por otro lado quizás ayude a muchas personas que hablaron conmigo en los pasados días a entender por lo que estoy pasando y el porqué de muchas reacciones o porque estaba tan pajero y enganchado en un tema de manera cíclica como si no lo pudiera dejar ir. Es como revolver tierra con un palito para matar el tiempo mientras deducís lo que realmente te pasa, te enganchas en cualquiera para organizar tus ideas o te fijas excesivamente en algo que no lo merece y parece que agrandas boludeces con lupa.
No les voy a prometer nada, no les voy a jurar que voy a cambiar o cosas que ya hice en el pasado. Mis actos serán los verdaderos jueces de todo lo que pase de ahora en más, necesitaba hacer un poco de catarsis y ponerlo en texto.
Las únicas palabras que SI quiero dedicarles son las siguientes:
Gracias por formar parte de mi vida, sea temporal o permanente, sea desde hace poco o hace mucho, en ocasiones las cosas no van a ser fáciles, mi vida es una suerte de bizarreadas una atrás de la otra y por momentos mientras encuentro mis balances es todo muy arriba o muy abajo. Siempre que sea arriba, tratare de llevarlos a todos lo más alto posible conmigo y siempre que sea muy abajo, de la forma más egoísta posible les pediré que me ayuden a salir del pozo y avanzar de nuevo si perdí el rumbo. Pero sepan que si forman parte de mis afectos, jamás de mi habrá una pizca de maldad, de mala intención, de abuso o aprovecharme de ninguna forma de ninguno de ustedes. Los vínculos que no sirvan, se irán cayendo por si solos y siempre existirá ese agradecimiento de lo que hayamos aprendido juntos. Los aprecio y son todo lo que está bien, lo que me hace querer ser mejor persona y me motiva, porque no me sirve de nada amarme y ser el mejor del mundo, si no lo puedo compartir con el resto.
Gracias, infinitas.



M.C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario