jueves, 6 de agosto de 2015

De atrás ¿Para adelante?

Un poco de lluvia, un té y jazz para arrancar a escribir despacio, sereno, sincero. Porque hace casi un mes que no puedo escribir sin borrar, que no puedo decir sin agarrarme ese nudo en el pecho y elegir callar para no sentir. Estoy bloqueado, muy bloqueado, incluso ahora no tengo claro el rumbo de lo que pasa por mi cabeza, aparecen ideas, recuerdos, todo mezclado, todo confuso y no logro discernir la realidad de todo el resto.
Me enfermé dos veces en dos semanas, ambas miercoles tirando a jueves, ambas empezaron mas en mi mente que en mi cuerpo y fueron ejecutadas en veiticuatro horas de reloj, "in & out" (adentro y afuera) como un agente de película hollywoodense ejectuando su misión. ¿Qué misión? ¿Qué mensaje pretenden dejarme? Todavía dudo...
Pero sé que está ahí, desde que empecé a pensar y a escribir y borrar sobre lo mismo una y otra vez. Encontré algo de mi infancia, de mi vida, que en años de terapia al no verlo solo me permitió ver por la mitad todo lo que vi. Algo que ahora me permite entender el otro aspecto que no entendía y mi psicólogo trataba de hacerme entender que hasta que no pudiera ver ésto no iba a suceder ningún tipo de milagro que me iluminara.
Encontré el nacimiento del mónstruo, el "Porqué" de muchas actitudes que ahora comprendo como mecanismos de defensa generados para sobrevivir a todo eso que tuve que enfrentar con tan corta edad. Hacemos lo que podemos para sobrevivir, física y mentalmente, a veces nuestra psíquis crea mónstruos para combatir a los mónstruos de afuera y una vez derrotados los externos no puede deshacerse de los propios, que no paran de crecer hasta ocupar nuestro lugar, nos convertimos en esos mónstruos.
Hablándo con amigos de repente me vi obligado a ponerme frente al espejo y me ví por primera vez en años, vi eso en que me convertí y entendí porqué está ahí. El problema es que una vez que notás algo ya no podés dejar de verlo y tengo en mis manos las armas para matar a la bestia y devolverle el control de su vida al frágil niño que reside adentro pero... ¿Quiero?
Hay tanto que dejé de sentir el día que ésto tomó mi lugar, temo reencontrarme con todos esos sentimientos si lo dejo ir, temo volver a ser frágil y estar expuesto al mundo nuevamente, sin la protección de tan poderosa criatura que me ha llevado hasta éste punto.
Es cierto que convivimos por tanto tiempo que ya no sé donde empiezo yo y donde termina él, es cierto que si lo asesino con mis propias manos hay hábitos que no voy a poder abandonar y de alguna manera va a seguir estando ahí pero si deja de existir en su gran mayoría ¿Cómo sigue MI existencia?
Desde hace ya tanto tiempo que somos dos, no sabría como ser uno, estar completo me asusta mucho mas que ésta nueva dualidad consciente.
También existe la posibilidad del suicidio, por así decirlo, matar a mí parte y cederle por completo mi existencia, dejar que sea él quien gobierne por el resto de mis días éste cuerpo, pero eso me asusta mas! El instinto de supervivencia es mil veces mas preponderante que mi deseo de acabar con las contradicciones que me aquejan!

Ahora comprendo porqué cada desición en mi vida se enfrenta siempre a una lucha entre dos opuestos: La soledad o la compañía, el egoísmo o la empatía, el individual o el colectivo. Lo que quiero yo o lo que quiere el mónstruo.
Nunca me arrepiento de mis elecciones porque siempre satisfacen a alguno de los dos, quizás por eso me cuesta mucho abandonarlo, porque mientras seámos dos, uno siempre gana y si me quedo sólo enfrentaría frecuentemente una derrota.
Desde el día que lo ví vengo en picada, cada vez peleamos más por el control, cada vez quiero ser más sin él y él quiere ser más sin mí.
Cada día desde ese fatídico moménto no me quiero quedar solo y él quiere abandonarlos a todos.
Porque lo inventé para enfrentar mi soledad, justificarla, apreciarla, combatirla y por sobre todas las cosas sobrevivirla. Esa soledad tomó la forma del mónstruo necesario para cumplir con el trabajo y se volvió parte de mí, se volvió la mejor parte de mí, esa soledad que me diferencia del resto, esa sobre la que escribí incontables veces en éste mismo blog, de hecho mi última entrada está dedicada a esa soledad y lo bien que me hace, pero después de escribirlo terminé cayendo en la realidad de que no es más que un mecanismo de defensa creado para sobrevivir a lo sólo y abandonado que me sentí de chico. Por mi padre, por mi familia, por todos aquellos que debían estar ahí para mí y no estuvieron, haciéndome sentir culpáble, como si algo estuviera mal conmigo, algo que me hacía indeseable, inquerible, me sentía tan póco que creé un ego donde lo era todo, el mejor, el único, inigualable y si no me querían no era porque algo estaba mal conmigo sino porque no podían verme realmente por quien era. Nadie jamás iba a entenderme y por eso, por eso estaba bien que no se acercaran, yo podía comprenderlos a todos, amarlos a la distancia ya que incluso a un centímetro nos separaba un abismo que jamás iban a comprender. Ese ego, esa soledad, nació para defenderme de la realidad que no quería ver, que necesitaba negar:
Que nadie me abandonó, crecí rodeado de un montón de adultos rotos que hicieron lo que pudieron a su manera para relacionarse conmigo y todos fallaron en darme lo único que necesitaba, tenerlos cerca, no hacía falta que hicieran nada en particular, sólo compartir un moménto, un abrazo, un beso, un cariño...
Ninguno hizo nada con intención de lastimarme, no fué contra mí, ni para mí, ni por mí, fuí una simple víctima de la causalidad, un mero daño colateral de un conjunto de situaciones que no me tenían por objetivo aunque me pegaron de rebote.
Es muy difícil no sentirse protagonista de lo que le pasa a uno, a veces llueve el día que íbamos a salir y lo tomamos a pecho: "La lluvia nos arruinó el día." como si lloviera intencionalmente sabiendo que teníamos planes, a veces sólo llueve.
Mi padre no me odiaba, pero es cierto que tampoco me amó nunca, pero jamás amó a nadie ni a si mismo.
Mi madre no eligió tener dos trabajos para mantenernos porqué no quería vernos la mayor parte del día, hizo lo que pudo para que no nos faltara nada.
Mi familia no evitaba venir de visita muy seguido porque prefería no vernos, no creyeron necesario aparecer en cada oportunidad, para ellos podíamos ir cuando quisieramos y jamás nos iban a cerrar las puertas, simplemente no encontraban el motivo o las ganas para llamar o venir cuando uno quería verlos.
No fuí explícitamente rechazado por nadie ni abandonado a mi suerte a pesar de que así me sentí. Era muy chico y no puedo cambiar los sentimientos que fueron naciendo en esos moméntos, pero ahora que los veo y entiendo la historia que me fuí armando para lidiar con ese dolor también entiendo que como todo chico, para que las cosas me cerraran, para comprenderlas a mi manera tuve que recrearlas. Abandoné muchas cosas para intentar entender, para intentar sentir lo que mi padre sentía y ver si podía comprenderlo, quise dejar todo y pretender que no me importaba pero cada cosa que dejé de lado la sufrí en lo mas profundo de mi ser y en lugar de admitir que no entendía, en lugar de admitir que yo nunca podría hacer eso, seguí adelante con la farsa, tragándome cada emoción naciente y pensando que si seguía abandonando todo algún día lo iba a comprender.
Dejé el colegio, dejé un trabajo, dejé amigos, dejé parejas, dejé familia y me convencí de que no me importaba en lo mas mínimo, que no me dolía, ni me odiaba por eso, que finalmente comprendía que las relaciones exigen tiempo y una inversión emocional que es mas fácil no tener, dejé que el monstruo de la soledad justificara todo, yo soy frío, no siento nada por nadie y por eso puedo dejar todo, no me aferro a nada y avanzo siempre por inercia. No me aferro a la vida y no me importa nada porque algún día me voy a morir, esa es la clave de todo, la muerte es el abandono total y es nuestro destino, por ende arrancar de temprano con esa costumbre nos prepara para enfrentarla.
Pero una vez mas fallé en ver que mi visión de la muerte es una representación mas de ese miedo a quedarme solo, la muerte para mí es la soledad, esa soledad a la que le tuve tanto miedo que me forcé a tomarla como propia ante mi imposibilidad de combatirla.
La mayor verdad que me eludió hasta ahora es que lo único que siempre quise fue no sentirme solo, la frustración, el miedo y el enojo que me generó sentirme abandonado provocó otro mecanismo infantíl de recreación, no sólo abandoné cosas para entender y justificar lo que sentía, sino que traté de replicar mi sensación en otros, hacerles sentir lo que sentí yo, como un niño golpeado que golpea a otros para entender e intentar que otros lo entiendan.
Dañé a mas de una persona, acercándola a mí, hasta que los sentimientos no la dejaran ver y se entregara devótamente y en ese instánte dejé fluir una crueldad terrible, la abandoné y le hice sentir que jamás me importó, generando otro ser dañado como yo.
Otro ser que sólo quería afecto y recibió un hombro frío que le dió la espalda cuando más lo necesitaba sin ninguna explicación, sin respuesta, una mirada vacía y una mueca de impaciencia esperando que dejaran de llorar para poder irse.
Todo ésto me pesa en el alma y a su vez no. Al mónstruo, a la parte de mi ser que necesita ésto para no sufrir, no le molesta pero a la otra parte le duele, le duele mucho, nunca le dejó de doler, con cada paso, con cada crueldad, con cada comentario, con cada acción que lo envenenaba un poco más.
Me pasé años alejando al resto porque los resiento, culpa de una decena de personas en mi infancia pagaron los platos rotos una centena en mi adolescencia y ahora en mi adultez, siempre lejos, siempre distantes porque a los que se acercan demasiado les espera un saludo de despedida y una muerte súbita en mi cabeza y si no se quieren ir me aseguro de dañarlos lo suficiente para que me odien y nunca deseen volver.
No quiero que vean ésto, el mónstruo, el personaje, tiene que vivir, para que yo no sufra, para que no me exponga, por eso no escribo hace días, porque decir ésto es mostrarme como soy, ambas caras de la moneda, es una forma de pedirles por favor que no me dejen lastimarlos más, que no se dejen alejar, que se acerquen tanto que me sienta amenazado, que reciban los ataques con los pies firmes y no se muevan del lugar, no se dejen ahuyentar, ayúdenme a quitarle sus poderes, a mermar sus fuerzas y agotar su paciencia, háganle saber que no los puede alejar de mí porque no pretenden lastimarme y si así lo deciden, es mi dolor, me pertenece tanto como todo aquello positivo que puedan darme y él no puede evitarlo, jamás pudo y jamás podrá, sólo puede asegurarse de que mi único sufrimiento sea estar solo y no sufra por nadie mas que por mí.
Siempre fué así, mi único dolor es estar solo, traté de convencerme de que es lo correcto, elegír un dolor por el resto de mi vida es mejor que vivir arriesgándose a sufrir por varias cosas pero sufro con cada mascota que muere, con cada amigo que se va, con cada familiar que no está y mi control sobre eso es tan nulo como siempre, el mónstruo solo es una excusa para no exponerme y sentirme mejor.

La realidad siempre fué la misma, puedo seguir jugándo a que odio a mi padre y a más de la mitad de mi familia, que los resiento por todo lo que me hicieron sufrir, engancharme en el pasado que no puedo cambiar eternamente sufriendo por todo lo que me perdí, por todo lo que no tuve, por todo lo que jamás voy a tener y en ese odio jamás llorar, jamás perdonarlos, jamás dejar de echarles la culpa.
O puedo bajar los brazos y llorar, llorar como quería llorar ese niño pequeño que se sentia solo y pedir a gritos un abrazo, un amigo, alguien que lo acompañe. Aceptar que nadie hizo nada sabiendo lo que provocaría en mí, aceptar que el pasado no va a dejar nunca de ser lo que fué y perdonarlos a todos porque no lo hicieron a propósito, perdonarlos porque yo me los perdí a ellos y ellos me perdieron a mí pero siempre me tuve a mi mismo y me sigo teniendo.
Hoy tengo amigos, familia, compañeros y no puedo seguir abandonando cosas pensando que algún día voy a sentir que eso es lo correcto y me voy a sentir en sintonía con ellos, que necesito hacerle pasar por lo que pasé yo a otros para que me comprendan o que alejarme del resto me hace de alguna manera mejor o mas fuerte.
Es cierto que soy frío en muchos aspectos, es cierto que no me importan un montón de cosas que al resto le parecen escenciales y nada de eso va a cambiar, lo que tiene que cambiar es el mecanismo de acción.
El abandono y la inacción no llevan a ninguna parte, al menos no me han llevado mas lejos que hasta éste momento donde cada día me siento mas estancado y con mas ganas de romper con las cadenas que me atan al pasado, la imposibilidad de verlas me impidió avanzar, la pregunta quizás sea:
¿Ahora que las veo que cambiará?





Adieu!!



M.C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario