Estoy enojado porque estoy dolido y estoy dolido porque quizás confié demasiado en situaciones y personas en las que no debería haber puesto ningún tipo de esperanza, el mundo es siempre el mismo, lo que cambian son los actores que interpretan el mismo rol.
Dejé de militar porque no tenía el estómago para aguantar muchas cosas, la política es rosca y la rosca es sucia. También hay muchos a los que el término "Compañero" les queda enorme y te tenes que bancar todo eso para poder construir un cachito mas de poder popular.
Son treinta granos de arroz quemado que te tragas para comer uno sano y no podes elegir y separar lo bueno y lo malo, te la fumás entera o no te la fumás.
Ahí también están las consecuencias, no militas, no construís, no participas, no hacés y no chistas.
Yo no soy un perro fiel ni una foca que aplaude pero tampoco tengo estómago para soportar muchas cosas y lo tuve por suficiente tiempo. El problema es que cuando me fuí me prometieron otro espacio, donde las cosas iban a ser diferentes, donde iba a tener una oportunidad de mostrar que se podía hacer otro tipo de política sin tanta nefasteada, donde los compañeros lo fueran de verdad y muchas otras cosas demasiado rosas para ser ciertas y así resultaron ser, humo.
Me abrieron las puertas de sus casas, me invitaron a participar de todos los espacios y de todas las cosas que se hicieran, pero desde el nombre hasta las actividades no recibí un solo llamado, un mensaje, una señal de humo y meses después me llega LA INVITACIÓN POR FACEBOOK y como si fuera poco a las cuatro de la mañana tres semanas después de un finde largo donde se realizaron actividades dentro de la "nueva orga" de la que "todos querémos que formes parte" me llega un mensaje para QUEJARSE de que los atacaron ¿Es un chiste no?
Para venir a llorar acá está el pelotudo que los escucha pero para mandar un mensaje diciendo: "Che negro, el sábado vamos a las inundaciones de la plata a dar una mano como primeras actividades ¿te querés sumar?" o "Che, estamos arreglando el nuevo local ¿Te copás?" para eso no existo ¿no?
Me viste la cara o realmente sos tan crack que te pensás que estoy para lo que a vos te conviene y el resto no me afecta, no tengo sentimientos ni ganas de hacer cosas, no tengo ganas de ayudar o participar desde el poco tiempo vital que tengo entre el trabajo y mi vida personal (ya ni se donde poner el signo de pregunta pero leanlo como una incógnita).
Ahora es donde me vienen a decir: "El interés es mútuo, si vos no mandás un mensaje preguntando que onda y no mostrás interés en el asunto yo no tengo porqué avisarte de todo."
Bueno, te respondo antes de que abras la boca:
Tenés razón, pero la última vez que hablámos iba a haber "un plenario" del que nunca se me informó la fecha ni el lugar y desconozco siquiera si sucedió, tengo una vida un poquito gede a veces en cantidad de gente a la cual prestarle atención y me cansé de mandarle mensajes a TODOS preguntando algo tan básico como "¿Cómo estás?" y recibiendo cero respuestas para después ver las fotitos de todas las cosas que hicieron como grupo donde no estoy incluído ni en una invitación.
¿De verdad se creen que no tengo sentimientos no?
Es verdad, soy un tipo bastante frío, las cosas me afectan en la medida general MUY POCO pero una parte mía con uds. es mas blanda, porque pertenecemos ideológicamente en los mismos espacios y compartimos años de ponerle el cuero a lo que creíamos correcto y eso no se borra con el codo.
Pero si algo me enseñó el peronismo es que la única verdad es la realidad y que las acciones dicen mas que las palabras y TODO ESTO me muestra mucho mas que todo el humo que me vengan a vender después.
Lo hecho, hecho está y sinceramente no tengo ganas de sentarme en una mesa a limar mis diferencias y ver desde que lado puedo aportar o no a lo que decidan construir.
Querías formar cuadros, hacer crecer a los que te rodeaban, te doy un consejo de amigo:
Enseñales a crecer como personas primero, la parte humana, saber reconocer cuando tenés alguien al lado que te banca de verdad y está dispuesto a dar todo por vos y enseñales a cuidarlo, porque ESE se vuelve incondicional, si lo dejás en banda cuando te necesita, si lo mandás al banco de suplentes cuando quiere jugar, si le decís mañana y no le contestás, lo perdés para siempre. Estaría siendo el caso.
Tengo mucha bronca, porque ni siquiera tengo ÁNIMOS NI GANAS de decírtelo en la cara, porque sigo leyendo el mensaje de mierda que me tiraste a las cuatro de la mañana y sigo tratando de encajar el hecho de que estando despierto, abrís el chat, me ves online (VIVO ONLINE) y por bronca te descargas ahí porque sabés que te voy a escuchar (cosa que no hice porque te clavé el visto) y sin embargo no reparás dos segundos en pensar: "Che, le mandamos solicitud de todas las páginas de facebook pero no lo invitamos a ninguna actividad de la orga ni le contamos como decidimos el nombre ni tengo la más puta idea de que onda con su vida en éstos últimos meses, debería decirle HOLA primero."
No, tirás tus problemas y yo escucho porque te chupa un huevo el resto y no me vengas a negar eso porque insisto, las acciones hablan mas que las palabras.
Sos tan inteligente como yo o más y si no podés reparar en un hecho tan simple o al menos darte cuenta después de 24hs de que no te respondo y sigo posteando cosas, rescatate, date cuenta y pregunta: "¿Pasó algo?" pero te pido demasiado, porque te pido que por una vez pienses en mí.
Y sería injusto dedicarte TODO ésto a vos sólo, va igual para todos, te lo digo a vos porque sos el único que me hizo saltar la tira pero va para todos por igual que siguen sin siquiera mandar un "hola".
Tienen todos mi celular, tienen todos mi facebook, saben todos donde ubicarme SIEMPRE y el que no sabe pregunta, no soy Obama, soy bastante mas accesible.
Asique nada, perdí hasta las ganas de escribir, me gana la frustración de haber creído que las cosas podían ser un poquitito diferentes, ahora sinceramente no tengo ninguna esperanza de volver a militar en ningún espacio. No me da el estómago, en serio, la sola idea de tragarme la forma de hacer las cosas de otro me da asco. No apuntamos todos para el mismo lado y perdí las ganas de ponerme en contacto con todos y cada uno. Allá uds. Acá yo. Cortísima.
Si por una de esas casualidades de la vida se tomó la molestia alguno de uds. en leer todo ésto ni se gasten, no me tienen que decir nada, ni pedirme disculpas (que no las considero necesarias), ni decirme que yo también soy igual o peor, ni borrarme del face o bloquearme, hagamos como que acá no pasó nada, yo nunca me enteré de que había otra orga y no quería volver a formar parte de ningún espacio.
Es mas fácil.
Gracias.
M.C.
martes, 25 de agosto de 2015
jueves, 6 de agosto de 2015
De atrás ¿Para adelante?
Un poco de lluvia, un té y jazz para arrancar a escribir despacio, sereno, sincero. Porque hace casi un mes que no puedo escribir sin borrar, que no puedo decir sin agarrarme ese nudo en el pecho y elegir callar para no sentir. Estoy bloqueado, muy bloqueado, incluso ahora no tengo claro el rumbo de lo que pasa por mi cabeza, aparecen ideas, recuerdos, todo mezclado, todo confuso y no logro discernir la realidad de todo el resto.
Me enfermé dos veces en dos semanas, ambas miercoles tirando a jueves, ambas empezaron mas en mi mente que en mi cuerpo y fueron ejecutadas en veiticuatro horas de reloj, "in & out" (adentro y afuera) como un agente de película hollywoodense ejectuando su misión. ¿Qué misión? ¿Qué mensaje pretenden dejarme? Todavía dudo...
Pero sé que está ahí, desde que empecé a pensar y a escribir y borrar sobre lo mismo una y otra vez. Encontré algo de mi infancia, de mi vida, que en años de terapia al no verlo solo me permitió ver por la mitad todo lo que vi. Algo que ahora me permite entender el otro aspecto que no entendía y mi psicólogo trataba de hacerme entender que hasta que no pudiera ver ésto no iba a suceder ningún tipo de milagro que me iluminara.
Encontré el nacimiento del mónstruo, el "Porqué" de muchas actitudes que ahora comprendo como mecanismos de defensa generados para sobrevivir a todo eso que tuve que enfrentar con tan corta edad. Hacemos lo que podemos para sobrevivir, física y mentalmente, a veces nuestra psíquis crea mónstruos para combatir a los mónstruos de afuera y una vez derrotados los externos no puede deshacerse de los propios, que no paran de crecer hasta ocupar nuestro lugar, nos convertimos en esos mónstruos.
Hablándo con amigos de repente me vi obligado a ponerme frente al espejo y me ví por primera vez en años, vi eso en que me convertí y entendí porqué está ahí. El problema es que una vez que notás algo ya no podés dejar de verlo y tengo en mis manos las armas para matar a la bestia y devolverle el control de su vida al frágil niño que reside adentro pero... ¿Quiero?
Hay tanto que dejé de sentir el día que ésto tomó mi lugar, temo reencontrarme con todos esos sentimientos si lo dejo ir, temo volver a ser frágil y estar expuesto al mundo nuevamente, sin la protección de tan poderosa criatura que me ha llevado hasta éste punto.
Es cierto que convivimos por tanto tiempo que ya no sé donde empiezo yo y donde termina él, es cierto que si lo asesino con mis propias manos hay hábitos que no voy a poder abandonar y de alguna manera va a seguir estando ahí pero si deja de existir en su gran mayoría ¿Cómo sigue MI existencia?
Desde hace ya tanto tiempo que somos dos, no sabría como ser uno, estar completo me asusta mucho mas que ésta nueva dualidad consciente.
También existe la posibilidad del suicidio, por así decirlo, matar a mí parte y cederle por completo mi existencia, dejar que sea él quien gobierne por el resto de mis días éste cuerpo, pero eso me asusta mas! El instinto de supervivencia es mil veces mas preponderante que mi deseo de acabar con las contradicciones que me aquejan!
Ahora comprendo porqué cada desición en mi vida se enfrenta siempre a una lucha entre dos opuestos: La soledad o la compañía, el egoísmo o la empatía, el individual o el colectivo. Lo que quiero yo o lo que quiere el mónstruo.
Nunca me arrepiento de mis elecciones porque siempre satisfacen a alguno de los dos, quizás por eso me cuesta mucho abandonarlo, porque mientras seámos dos, uno siempre gana y si me quedo sólo enfrentaría frecuentemente una derrota.
Desde el día que lo ví vengo en picada, cada vez peleamos más por el control, cada vez quiero ser más sin él y él quiere ser más sin mí.
Cada día desde ese fatídico moménto no me quiero quedar solo y él quiere abandonarlos a todos.
Porque lo inventé para enfrentar mi soledad, justificarla, apreciarla, combatirla y por sobre todas las cosas sobrevivirla. Esa soledad tomó la forma del mónstruo necesario para cumplir con el trabajo y se volvió parte de mí, se volvió la mejor parte de mí, esa soledad que me diferencia del resto, esa sobre la que escribí incontables veces en éste mismo blog, de hecho mi última entrada está dedicada a esa soledad y lo bien que me hace, pero después de escribirlo terminé cayendo en la realidad de que no es más que un mecanismo de defensa creado para sobrevivir a lo sólo y abandonado que me sentí de chico. Por mi padre, por mi familia, por todos aquellos que debían estar ahí para mí y no estuvieron, haciéndome sentir culpáble, como si algo estuviera mal conmigo, algo que me hacía indeseable, inquerible, me sentía tan póco que creé un ego donde lo era todo, el mejor, el único, inigualable y si no me querían no era porque algo estaba mal conmigo sino porque no podían verme realmente por quien era. Nadie jamás iba a entenderme y por eso, por eso estaba bien que no se acercaran, yo podía comprenderlos a todos, amarlos a la distancia ya que incluso a un centímetro nos separaba un abismo que jamás iban a comprender. Ese ego, esa soledad, nació para defenderme de la realidad que no quería ver, que necesitaba negar:
Que nadie me abandonó, crecí rodeado de un montón de adultos rotos que hicieron lo que pudieron a su manera para relacionarse conmigo y todos fallaron en darme lo único que necesitaba, tenerlos cerca, no hacía falta que hicieran nada en particular, sólo compartir un moménto, un abrazo, un beso, un cariño...
Ninguno hizo nada con intención de lastimarme, no fué contra mí, ni para mí, ni por mí, fuí una simple víctima de la causalidad, un mero daño colateral de un conjunto de situaciones que no me tenían por objetivo aunque me pegaron de rebote.
Es muy difícil no sentirse protagonista de lo que le pasa a uno, a veces llueve el día que íbamos a salir y lo tomamos a pecho: "La lluvia nos arruinó el día." como si lloviera intencionalmente sabiendo que teníamos planes, a veces sólo llueve.
Mi padre no me odiaba, pero es cierto que tampoco me amó nunca, pero jamás amó a nadie ni a si mismo.
Mi madre no eligió tener dos trabajos para mantenernos porqué no quería vernos la mayor parte del día, hizo lo que pudo para que no nos faltara nada.
Mi familia no evitaba venir de visita muy seguido porque prefería no vernos, no creyeron necesario aparecer en cada oportunidad, para ellos podíamos ir cuando quisieramos y jamás nos iban a cerrar las puertas, simplemente no encontraban el motivo o las ganas para llamar o venir cuando uno quería verlos.
No fuí explícitamente rechazado por nadie ni abandonado a mi suerte a pesar de que así me sentí. Era muy chico y no puedo cambiar los sentimientos que fueron naciendo en esos moméntos, pero ahora que los veo y entiendo la historia que me fuí armando para lidiar con ese dolor también entiendo que como todo chico, para que las cosas me cerraran, para comprenderlas a mi manera tuve que recrearlas. Abandoné muchas cosas para intentar entender, para intentar sentir lo que mi padre sentía y ver si podía comprenderlo, quise dejar todo y pretender que no me importaba pero cada cosa que dejé de lado la sufrí en lo mas profundo de mi ser y en lugar de admitir que no entendía, en lugar de admitir que yo nunca podría hacer eso, seguí adelante con la farsa, tragándome cada emoción naciente y pensando que si seguía abandonando todo algún día lo iba a comprender.
Dejé el colegio, dejé un trabajo, dejé amigos, dejé parejas, dejé familia y me convencí de que no me importaba en lo mas mínimo, que no me dolía, ni me odiaba por eso, que finalmente comprendía que las relaciones exigen tiempo y una inversión emocional que es mas fácil no tener, dejé que el monstruo de la soledad justificara todo, yo soy frío, no siento nada por nadie y por eso puedo dejar todo, no me aferro a nada y avanzo siempre por inercia. No me aferro a la vida y no me importa nada porque algún día me voy a morir, esa es la clave de todo, la muerte es el abandono total y es nuestro destino, por ende arrancar de temprano con esa costumbre nos prepara para enfrentarla.
Pero una vez mas fallé en ver que mi visión de la muerte es una representación mas de ese miedo a quedarme solo, la muerte para mí es la soledad, esa soledad a la que le tuve tanto miedo que me forcé a tomarla como propia ante mi imposibilidad de combatirla.
La mayor verdad que me eludió hasta ahora es que lo único que siempre quise fue no sentirme solo, la frustración, el miedo y el enojo que me generó sentirme abandonado provocó otro mecanismo infantíl de recreación, no sólo abandoné cosas para entender y justificar lo que sentía, sino que traté de replicar mi sensación en otros, hacerles sentir lo que sentí yo, como un niño golpeado que golpea a otros para entender e intentar que otros lo entiendan.
Dañé a mas de una persona, acercándola a mí, hasta que los sentimientos no la dejaran ver y se entregara devótamente y en ese instánte dejé fluir una crueldad terrible, la abandoné y le hice sentir que jamás me importó, generando otro ser dañado como yo.
Otro ser que sólo quería afecto y recibió un hombro frío que le dió la espalda cuando más lo necesitaba sin ninguna explicación, sin respuesta, una mirada vacía y una mueca de impaciencia esperando que dejaran de llorar para poder irse.
Todo ésto me pesa en el alma y a su vez no. Al mónstruo, a la parte de mi ser que necesita ésto para no sufrir, no le molesta pero a la otra parte le duele, le duele mucho, nunca le dejó de doler, con cada paso, con cada crueldad, con cada comentario, con cada acción que lo envenenaba un poco más.
Me pasé años alejando al resto porque los resiento, culpa de una decena de personas en mi infancia pagaron los platos rotos una centena en mi adolescencia y ahora en mi adultez, siempre lejos, siempre distantes porque a los que se acercan demasiado les espera un saludo de despedida y una muerte súbita en mi cabeza y si no se quieren ir me aseguro de dañarlos lo suficiente para que me odien y nunca deseen volver.
No quiero que vean ésto, el mónstruo, el personaje, tiene que vivir, para que yo no sufra, para que no me exponga, por eso no escribo hace días, porque decir ésto es mostrarme como soy, ambas caras de la moneda, es una forma de pedirles por favor que no me dejen lastimarlos más, que no se dejen alejar, que se acerquen tanto que me sienta amenazado, que reciban los ataques con los pies firmes y no se muevan del lugar, no se dejen ahuyentar, ayúdenme a quitarle sus poderes, a mermar sus fuerzas y agotar su paciencia, háganle saber que no los puede alejar de mí porque no pretenden lastimarme y si así lo deciden, es mi dolor, me pertenece tanto como todo aquello positivo que puedan darme y él no puede evitarlo, jamás pudo y jamás podrá, sólo puede asegurarse de que mi único sufrimiento sea estar solo y no sufra por nadie mas que por mí.
Siempre fué así, mi único dolor es estar solo, traté de convencerme de que es lo correcto, elegír un dolor por el resto de mi vida es mejor que vivir arriesgándose a sufrir por varias cosas pero sufro con cada mascota que muere, con cada amigo que se va, con cada familiar que no está y mi control sobre eso es tan nulo como siempre, el mónstruo solo es una excusa para no exponerme y sentirme mejor.
La realidad siempre fué la misma, puedo seguir jugándo a que odio a mi padre y a más de la mitad de mi familia, que los resiento por todo lo que me hicieron sufrir, engancharme en el pasado que no puedo cambiar eternamente sufriendo por todo lo que me perdí, por todo lo que no tuve, por todo lo que jamás voy a tener y en ese odio jamás llorar, jamás perdonarlos, jamás dejar de echarles la culpa.
O puedo bajar los brazos y llorar, llorar como quería llorar ese niño pequeño que se sentia solo y pedir a gritos un abrazo, un amigo, alguien que lo acompañe. Aceptar que nadie hizo nada sabiendo lo que provocaría en mí, aceptar que el pasado no va a dejar nunca de ser lo que fué y perdonarlos a todos porque no lo hicieron a propósito, perdonarlos porque yo me los perdí a ellos y ellos me perdieron a mí pero siempre me tuve a mi mismo y me sigo teniendo.
Hoy tengo amigos, familia, compañeros y no puedo seguir abandonando cosas pensando que algún día voy a sentir que eso es lo correcto y me voy a sentir en sintonía con ellos, que necesito hacerle pasar por lo que pasé yo a otros para que me comprendan o que alejarme del resto me hace de alguna manera mejor o mas fuerte.
Es cierto que soy frío en muchos aspectos, es cierto que no me importan un montón de cosas que al resto le parecen escenciales y nada de eso va a cambiar, lo que tiene que cambiar es el mecanismo de acción.
El abandono y la inacción no llevan a ninguna parte, al menos no me han llevado mas lejos que hasta éste momento donde cada día me siento mas estancado y con mas ganas de romper con las cadenas que me atan al pasado, la imposibilidad de verlas me impidió avanzar, la pregunta quizás sea:
¿Ahora que las veo que cambiará?
Adieu!!
M.C.
Me enfermé dos veces en dos semanas, ambas miercoles tirando a jueves, ambas empezaron mas en mi mente que en mi cuerpo y fueron ejecutadas en veiticuatro horas de reloj, "in & out" (adentro y afuera) como un agente de película hollywoodense ejectuando su misión. ¿Qué misión? ¿Qué mensaje pretenden dejarme? Todavía dudo...
Pero sé que está ahí, desde que empecé a pensar y a escribir y borrar sobre lo mismo una y otra vez. Encontré algo de mi infancia, de mi vida, que en años de terapia al no verlo solo me permitió ver por la mitad todo lo que vi. Algo que ahora me permite entender el otro aspecto que no entendía y mi psicólogo trataba de hacerme entender que hasta que no pudiera ver ésto no iba a suceder ningún tipo de milagro que me iluminara.
Encontré el nacimiento del mónstruo, el "Porqué" de muchas actitudes que ahora comprendo como mecanismos de defensa generados para sobrevivir a todo eso que tuve que enfrentar con tan corta edad. Hacemos lo que podemos para sobrevivir, física y mentalmente, a veces nuestra psíquis crea mónstruos para combatir a los mónstruos de afuera y una vez derrotados los externos no puede deshacerse de los propios, que no paran de crecer hasta ocupar nuestro lugar, nos convertimos en esos mónstruos.
Hablándo con amigos de repente me vi obligado a ponerme frente al espejo y me ví por primera vez en años, vi eso en que me convertí y entendí porqué está ahí. El problema es que una vez que notás algo ya no podés dejar de verlo y tengo en mis manos las armas para matar a la bestia y devolverle el control de su vida al frágil niño que reside adentro pero... ¿Quiero?
Hay tanto que dejé de sentir el día que ésto tomó mi lugar, temo reencontrarme con todos esos sentimientos si lo dejo ir, temo volver a ser frágil y estar expuesto al mundo nuevamente, sin la protección de tan poderosa criatura que me ha llevado hasta éste punto.
Es cierto que convivimos por tanto tiempo que ya no sé donde empiezo yo y donde termina él, es cierto que si lo asesino con mis propias manos hay hábitos que no voy a poder abandonar y de alguna manera va a seguir estando ahí pero si deja de existir en su gran mayoría ¿Cómo sigue MI existencia?
Desde hace ya tanto tiempo que somos dos, no sabría como ser uno, estar completo me asusta mucho mas que ésta nueva dualidad consciente.
También existe la posibilidad del suicidio, por así decirlo, matar a mí parte y cederle por completo mi existencia, dejar que sea él quien gobierne por el resto de mis días éste cuerpo, pero eso me asusta mas! El instinto de supervivencia es mil veces mas preponderante que mi deseo de acabar con las contradicciones que me aquejan!
Ahora comprendo porqué cada desición en mi vida se enfrenta siempre a una lucha entre dos opuestos: La soledad o la compañía, el egoísmo o la empatía, el individual o el colectivo. Lo que quiero yo o lo que quiere el mónstruo.
Nunca me arrepiento de mis elecciones porque siempre satisfacen a alguno de los dos, quizás por eso me cuesta mucho abandonarlo, porque mientras seámos dos, uno siempre gana y si me quedo sólo enfrentaría frecuentemente una derrota.
Desde el día que lo ví vengo en picada, cada vez peleamos más por el control, cada vez quiero ser más sin él y él quiere ser más sin mí.
Cada día desde ese fatídico moménto no me quiero quedar solo y él quiere abandonarlos a todos.
Porque lo inventé para enfrentar mi soledad, justificarla, apreciarla, combatirla y por sobre todas las cosas sobrevivirla. Esa soledad tomó la forma del mónstruo necesario para cumplir con el trabajo y se volvió parte de mí, se volvió la mejor parte de mí, esa soledad que me diferencia del resto, esa sobre la que escribí incontables veces en éste mismo blog, de hecho mi última entrada está dedicada a esa soledad y lo bien que me hace, pero después de escribirlo terminé cayendo en la realidad de que no es más que un mecanismo de defensa creado para sobrevivir a lo sólo y abandonado que me sentí de chico. Por mi padre, por mi familia, por todos aquellos que debían estar ahí para mí y no estuvieron, haciéndome sentir culpáble, como si algo estuviera mal conmigo, algo que me hacía indeseable, inquerible, me sentía tan póco que creé un ego donde lo era todo, el mejor, el único, inigualable y si no me querían no era porque algo estaba mal conmigo sino porque no podían verme realmente por quien era. Nadie jamás iba a entenderme y por eso, por eso estaba bien que no se acercaran, yo podía comprenderlos a todos, amarlos a la distancia ya que incluso a un centímetro nos separaba un abismo que jamás iban a comprender. Ese ego, esa soledad, nació para defenderme de la realidad que no quería ver, que necesitaba negar:
Que nadie me abandonó, crecí rodeado de un montón de adultos rotos que hicieron lo que pudieron a su manera para relacionarse conmigo y todos fallaron en darme lo único que necesitaba, tenerlos cerca, no hacía falta que hicieran nada en particular, sólo compartir un moménto, un abrazo, un beso, un cariño...
Ninguno hizo nada con intención de lastimarme, no fué contra mí, ni para mí, ni por mí, fuí una simple víctima de la causalidad, un mero daño colateral de un conjunto de situaciones que no me tenían por objetivo aunque me pegaron de rebote.
Es muy difícil no sentirse protagonista de lo que le pasa a uno, a veces llueve el día que íbamos a salir y lo tomamos a pecho: "La lluvia nos arruinó el día." como si lloviera intencionalmente sabiendo que teníamos planes, a veces sólo llueve.
Mi padre no me odiaba, pero es cierto que tampoco me amó nunca, pero jamás amó a nadie ni a si mismo.
Mi madre no eligió tener dos trabajos para mantenernos porqué no quería vernos la mayor parte del día, hizo lo que pudo para que no nos faltara nada.
Mi familia no evitaba venir de visita muy seguido porque prefería no vernos, no creyeron necesario aparecer en cada oportunidad, para ellos podíamos ir cuando quisieramos y jamás nos iban a cerrar las puertas, simplemente no encontraban el motivo o las ganas para llamar o venir cuando uno quería verlos.
No fuí explícitamente rechazado por nadie ni abandonado a mi suerte a pesar de que así me sentí. Era muy chico y no puedo cambiar los sentimientos que fueron naciendo en esos moméntos, pero ahora que los veo y entiendo la historia que me fuí armando para lidiar con ese dolor también entiendo que como todo chico, para que las cosas me cerraran, para comprenderlas a mi manera tuve que recrearlas. Abandoné muchas cosas para intentar entender, para intentar sentir lo que mi padre sentía y ver si podía comprenderlo, quise dejar todo y pretender que no me importaba pero cada cosa que dejé de lado la sufrí en lo mas profundo de mi ser y en lugar de admitir que no entendía, en lugar de admitir que yo nunca podría hacer eso, seguí adelante con la farsa, tragándome cada emoción naciente y pensando que si seguía abandonando todo algún día lo iba a comprender.
Dejé el colegio, dejé un trabajo, dejé amigos, dejé parejas, dejé familia y me convencí de que no me importaba en lo mas mínimo, que no me dolía, ni me odiaba por eso, que finalmente comprendía que las relaciones exigen tiempo y una inversión emocional que es mas fácil no tener, dejé que el monstruo de la soledad justificara todo, yo soy frío, no siento nada por nadie y por eso puedo dejar todo, no me aferro a nada y avanzo siempre por inercia. No me aferro a la vida y no me importa nada porque algún día me voy a morir, esa es la clave de todo, la muerte es el abandono total y es nuestro destino, por ende arrancar de temprano con esa costumbre nos prepara para enfrentarla.
Pero una vez mas fallé en ver que mi visión de la muerte es una representación mas de ese miedo a quedarme solo, la muerte para mí es la soledad, esa soledad a la que le tuve tanto miedo que me forcé a tomarla como propia ante mi imposibilidad de combatirla.
La mayor verdad que me eludió hasta ahora es que lo único que siempre quise fue no sentirme solo, la frustración, el miedo y el enojo que me generó sentirme abandonado provocó otro mecanismo infantíl de recreación, no sólo abandoné cosas para entender y justificar lo que sentía, sino que traté de replicar mi sensación en otros, hacerles sentir lo que sentí yo, como un niño golpeado que golpea a otros para entender e intentar que otros lo entiendan.
Dañé a mas de una persona, acercándola a mí, hasta que los sentimientos no la dejaran ver y se entregara devótamente y en ese instánte dejé fluir una crueldad terrible, la abandoné y le hice sentir que jamás me importó, generando otro ser dañado como yo.
Otro ser que sólo quería afecto y recibió un hombro frío que le dió la espalda cuando más lo necesitaba sin ninguna explicación, sin respuesta, una mirada vacía y una mueca de impaciencia esperando que dejaran de llorar para poder irse.
Todo ésto me pesa en el alma y a su vez no. Al mónstruo, a la parte de mi ser que necesita ésto para no sufrir, no le molesta pero a la otra parte le duele, le duele mucho, nunca le dejó de doler, con cada paso, con cada crueldad, con cada comentario, con cada acción que lo envenenaba un poco más.
Me pasé años alejando al resto porque los resiento, culpa de una decena de personas en mi infancia pagaron los platos rotos una centena en mi adolescencia y ahora en mi adultez, siempre lejos, siempre distantes porque a los que se acercan demasiado les espera un saludo de despedida y una muerte súbita en mi cabeza y si no se quieren ir me aseguro de dañarlos lo suficiente para que me odien y nunca deseen volver.
No quiero que vean ésto, el mónstruo, el personaje, tiene que vivir, para que yo no sufra, para que no me exponga, por eso no escribo hace días, porque decir ésto es mostrarme como soy, ambas caras de la moneda, es una forma de pedirles por favor que no me dejen lastimarlos más, que no se dejen alejar, que se acerquen tanto que me sienta amenazado, que reciban los ataques con los pies firmes y no se muevan del lugar, no se dejen ahuyentar, ayúdenme a quitarle sus poderes, a mermar sus fuerzas y agotar su paciencia, háganle saber que no los puede alejar de mí porque no pretenden lastimarme y si así lo deciden, es mi dolor, me pertenece tanto como todo aquello positivo que puedan darme y él no puede evitarlo, jamás pudo y jamás podrá, sólo puede asegurarse de que mi único sufrimiento sea estar solo y no sufra por nadie mas que por mí.
Siempre fué así, mi único dolor es estar solo, traté de convencerme de que es lo correcto, elegír un dolor por el resto de mi vida es mejor que vivir arriesgándose a sufrir por varias cosas pero sufro con cada mascota que muere, con cada amigo que se va, con cada familiar que no está y mi control sobre eso es tan nulo como siempre, el mónstruo solo es una excusa para no exponerme y sentirme mejor.
La realidad siempre fué la misma, puedo seguir jugándo a que odio a mi padre y a más de la mitad de mi familia, que los resiento por todo lo que me hicieron sufrir, engancharme en el pasado que no puedo cambiar eternamente sufriendo por todo lo que me perdí, por todo lo que no tuve, por todo lo que jamás voy a tener y en ese odio jamás llorar, jamás perdonarlos, jamás dejar de echarles la culpa.
O puedo bajar los brazos y llorar, llorar como quería llorar ese niño pequeño que se sentia solo y pedir a gritos un abrazo, un amigo, alguien que lo acompañe. Aceptar que nadie hizo nada sabiendo lo que provocaría en mí, aceptar que el pasado no va a dejar nunca de ser lo que fué y perdonarlos a todos porque no lo hicieron a propósito, perdonarlos porque yo me los perdí a ellos y ellos me perdieron a mí pero siempre me tuve a mi mismo y me sigo teniendo.
Hoy tengo amigos, familia, compañeros y no puedo seguir abandonando cosas pensando que algún día voy a sentir que eso es lo correcto y me voy a sentir en sintonía con ellos, que necesito hacerle pasar por lo que pasé yo a otros para que me comprendan o que alejarme del resto me hace de alguna manera mejor o mas fuerte.
Es cierto que soy frío en muchos aspectos, es cierto que no me importan un montón de cosas que al resto le parecen escenciales y nada de eso va a cambiar, lo que tiene que cambiar es el mecanismo de acción.
El abandono y la inacción no llevan a ninguna parte, al menos no me han llevado mas lejos que hasta éste momento donde cada día me siento mas estancado y con mas ganas de romper con las cadenas que me atan al pasado, la imposibilidad de verlas me impidió avanzar, la pregunta quizás sea:
¿Ahora que las veo que cambiará?
Adieu!!
M.C.
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